¿Qué vemos en las primeras semanas?
Los bebés ya pueden notar la diferencia entre la luz y la oscuridad antes de nacer. En sus primeros días distinguen formas al distinguir las líneas de intersección entre áreas de luz y áreas de oscuridad. Tendrán que pasar varias semanas antes de que puedan ver su primer color primario: el rojo.
Durante los primeros meses, los bebés aprenden a usar sus ojos. Aunque más bien son los ojos que aprenden a mirar, ya que si bien cada ojo tiene la estructura física que necesita para comenzar a ver con normalidad, los dos ojos aún no han aprendido a trabajar juntos, y esta “visión binocular” se desarrolla rápidamente durante las primeras semanas y meses de vida.
Los recién nacidos solo pueden enfocar a una distancia de 20-30 centímetros. Ya en la primera semana, un bebé comienza a responder al movimiento y es capaz de concentrarse en caras y a identificar aquellas que le son familiares, por lo que empieza a sonreír al reconocerlas.
Durante las próximas 12 semanas, los bebés siguen objetos en movimiento y reconocen cosas, especialmente aquello con formas geométricas llamativas. A medida que su visión del color comienza a desarrollarse, los bebés verán primero el color rojo, para alcanzar la visión del espectro completo de colores cuando lleguen a los cinco meses de edad.
Coordinación entre visión y movimiento
La percepción de profundidad y la coordinación ojo-mano comienzan a desarrollarse cuando los bebés alcanzan aproximadamente cinco meses.
Desde los 8 hasta los 12 meses, la conexión entre los ojos, el movimiento y la memoria es cada vez mayor.
El término visión 20/20 hace referencia al ratio considerado como agudeza visual “normal”. A los seis meses de edad, nuestra agudeza visual se sitúa alrededor del 20% de su capacidad total. No alcanzamos los niveles adultos de agudeza visual hasta los 4-5 años de vida.
¿Sabías que…?
Según un estudio publicado en la edición de enero de 2007 de American Journal of Clinical Nutrition, “los bebés que reciben lactancia materna tienen una visión significativamente mejor cuando son niños pequeños que los bebés alimentados mediante biberón”. La hipótesis que los científicos manejan para explicar este hecho está relacionada con el ácido docosahexaenoico (DHA), ya que éste se encuentra en concentraciones más altas en la leche materna que en las fórmulas infantiles. El DHA ha demostrado mejorar la visión de los niños en desarrollo.