Tipografías divertidas, ¿éxito o extravagancia?
En un mundo impulsado por la utilidad y el rendimiento, ¿hay espacio para un sistema tipográfico basado en el juego? Un sistema que permita descubrir algo que no estaba del todo planeado, algo que el sistema esperaba permitir, pero que no podía garantizar.
En el diseño tipográfico, los términos “lúdico” o “experimental” se usan a menudo en contraposición a “útil” y “funcional”, una especie de descarga de responsabilidades que sugiere que no nos tomemos la fuente demasiado en serio, ya que las fuentes serias están basadas en la historia, construidas sobre precedentes, diseñadas para soportar el paso del tiempo.
Desde esa perspectiva, las tipografías divertidas (¿la Comic Sans quizás?) pueden divertir por un momento o adornar algún proyecto extraño, pero no se puede decir que avancen en el campo o contribuyan a nuestra comprensión del buen hacer tipográfico.
Tipo Súper Veloz
Y a veces es en medio de las situaciones más hostiles cuando emerge la creatividad más burlona. Tras la Guerra Civil española y en un contexto en el que imperaba la escasez de dinero, el impresor y tipógrafo catalán Joan Trochut creó Súper Tipo Veloz, un ingenioso sistema modular que no constaba de letras y símbolos al uso, sino que se trataba de un conjunto de formas combinables entre sí que proporcionaban a los impresores una forma económica de producir una gama casi infinita de letras, adornos, cenefas e ilustraciones.
Trochut hizo suya una de las principales reglas del marketing de producto: resuelve un problema del consumidor. ¿Y cómo hacelo en tipografía?
A finales del siglo XIX era común que en los talleres de imprenta se manipularan los caracteres por parte de los cajistas. Ayudados de un cuchillo y una lima, modificaban los tipos de plomo para conseguir tipografías y formas únicos que atrajesen la atención de sus clientes (actuales y futuros) y así hacerse un nombre distintivo.
Así que tal y como apuntan Andreu Balius y Alex Trochut (nieto del que fuera el creador de este sistema modular):
“Muy probablemente, a raíz de estas prácticas “caseras” durante los años veinte, coincidiendo con los movimientos de la vanguardia europea y su influencia en la pequeña industria local, se comercializaron una serie de tipos en plomo con formas geométricas combinables -círculos, cuadrados y triángulos- para la composición, que los impresores emplearon para el diseño de logotipos, cabeceras y la construcción de grafismos decorativos“.
Yendo un paso más allá y buscando crear una tipografía que aunara esa creatividad con un sistema de bajo coste, Joan Trochut desarrolló un sistema tipográfico que pudiera ser utilizado no tanto para la composición de textos al uso, sino como un juego de construcciones para crear tipos de letra -alfabetos- y que, a su vez, esas mismas formas también sirvieran como elementos para desarrollar ilustraciones.
En el libro publicado en 2008 y disponible en Issuu (Super-Veloz. Un tipo moderno), Andreu Balius y Alex Trochut recopilan esta fascinante historia de innovación en tipografía que rompió moldes en una España gris.
Por cierto, en 2020 se celebró el centenario del nacimiento de Joan Trochut, efeméride que Andreu & Alex aprovecharon para homenajear su obra y lanzar la colección SuperVeloz «Centenary Collection» en Typerepublic, esta vez con una serie de 12 alfabetos ya compuestos y listos para ser utilizados en formato digital. La colección consta de 12 estilos.
¿Sabías que…?
La imagen de portada de esta entrada está extraída de la magnífica cuenta de Twitter de Roberto Gamonal, una cosa loca si sois fanáticos tipográficos, ¡no hay droga mejor!